Al pensar el título de este Blog lo primero que se me ocurrió fue "Luchando contra el insomnio", pero luego lo descarté, porque contra el insomnio no se puede luchar. Este es un enemigo que, cuanto más luchas, más grande se hace. Lo primero de lo que tenemos que mentalizarnos es de que tenemos que dejar de revolvernos y luchar contra él. Hay que aceptar, soltar y relajarse frente a él. Es un enemigo muy curioso, que solo te hace daño si le tienes miedo, y si dejas de tenerle miedo, desaparece. Lo que aún no sé muy bien es cómo lograr esto, aunque en estos años que llevo arrastrando este problema he aprendido varias cosas.
Me he decidido a escribir este Blog porque siento que necesito compartir mis vivencias sobre mi insomnio con otras personas, y conocer las de otras personas. Siento que intercambiar nuestras experiencias puede servirme de ayuda, y espero que tú sientas lo mismo, y que conocer mi experiencia y contarme la tuya te sirva como remedio curativo. Así que te animo a que me escribas tu propia historia.
Ahora paso a contarte mi historia con el insomnio.
Soy mujer, tengo (a fecha de hoy) 48 años, soy soltera, vivo sola, tengo educación universitaria, soy una profesional con cierto prestigio entre mis colegas, y tengo un buen sueldo (aunque sin exagerar). Tengo, además, un horario de trabajo cojonudo (si me permites la salida de tono), de 8 de la mañana a 3 de la tarde. Es un trabajo sin estrés, generalmente tranquilo, si bien hay momentos de puntas de trabajo en que trabajo desde casa por las tardes o los fines de semana. Pero vamos, se puede decir que tengo la mayor parte de las tardes libres. Digo esto porque puede ser importante. Una amiga me dijo que mi problema es que tengo demasiado tiempo libre, y probablemente hay mucho de cierto en ello. Yo a veces pienso que tengo otro problema, y ese problema es que no tengo problemas. Afortunadamente, mis padres y hermano están bien de salud, y yo tampoco yo tengo problemas de salud ni problemas económicos. Eso sí, tengo una vida social muy pobre, muy pocas amistades, no soy una persona superactiva, de esas que siempre están haciendo cosas y que conocen a mucha gente. Las relaciones interpersonales siempre han sido mi punto débil. Tengo ciertas aficiones, como salir de excursión al campo y observar pájaros, que comparto con un par de amigas, pero poco más.
Hay ciertos rasgos de mi carácter que estoy convencida de que me predisponen a sufrir este problema. Soy una persona rigurosa y exigente, cumplidora de las normas, hiper-responsable (no sé muy bien cómo escribir esa palabra) ya desde muy niña, con una gran necesidad de que todo esté bajo control, intolerante a la incertidumbre. No sé gestionar la incertidumbre. Necesito saber qué va a pasar y tener seguridad de que todo va a salir bien. Tener todo controlado. Otro rasgo que se deriva de todo lo anterior, y que es fundamental en el desarrollo de este problema (a partir de ahora llamaremos al insomnio "el problema"), es que me preocupo mucho por todo. Yo lo llamo la hiper-preocupación. Cada vez que surge cualquier tontería, o que me encuentro en una situación nueva, me preocupo de forma absolutamente desmesurada, y siempre anticipo el peor de los desenlaces. Si tengo molestias en el intestino, lo más probable es que tenga un cáncer de colon. Si me voy de vacaciones y alquilo un coche, lo más probable es que tenga un accidente, o como mínimo estropee el coche. Si algo puede salir o mal, o bien, o neutro, lo más probable es que el resultado sea que salga mal.
Con estos mimbres, ya cuando era joven, en torno a los 20 años, atravesé por una época de insomnio. Luego en torno a los 35 atravesé por otra etapa. Y ahora por otra, pero esta es peor, ya que se ha agravado por el uso de medicamentos para dormir. Al menos, esa es mi teoría.
Cuando digo que tengo insomnio no me refiero a que, uy que problema más gordo, tardo como una hora en dormirme. O que en mitad de la noche me despierto y, que horror, tardo como media hora en volver a dormirme. Porque hay gente que le llama insomnio a eso, y se cree que tiene un problema. Si a ti te pasa eso, deja de leer este Blog, deja de buscar en internet sobre el insomnio, y dedica tu tiempo a cosas más productivas, porque estás de puta madre, eso no es un problema, y si empiezas a tratarlo como un problema entonces sí que vas a tener un problema de verdad. Yo daría un brazo por estar en tu lugar. Tener insomnio es estar dos días seguidos sin dormir absolutamente nada en toda la noche. Y que eso te pase cada dos semanas. Y que además el resto de la semana duermes una media de dos o tres horas cada noche. Y solo duermes de verdad una noche cada quince días.
Mi problema de esta etapa de mi vida empezó en el año 2014. Sufrí una ruptura que fue lo que desencadenó en aquella ocasión mi insomnio. Lo pasé tan mal que al final del verano decidí ir al médico a que me recetara unas pastillas. Me recetó lormetazepam, y al mismo tiempo un antidepresivo que tomaba por las mañanas. Durante el resto de ese año y todo el año siguiente estuve tomando esa medicación. Mi problema despareció, ya dormía bien y mi estado de animo mejoró y mi angustia desapareció. De modo que al final del año dejé de tomar el antidepresivo, aunque seguí con el lormetazepam durante todo el año siguiente. Al final de 2016, me sentía muy bien, segura, confiada, y deje el lormetazepam. Estuve seis meses sin prácticamente tomarlo. Bueno, igual tomaba un cuarto de pastilla un día o dos a la semana.
Pero en junio, sin saber muy bien por qué, volvieron los problemas para dormir. Yo lo achaco a las discusiones con mi madre. Discutía mucho con ella, porque siempre me está diciendo cómo se hacen las cosas, lo que me hacía sentir por aquel entonces como que me desautorizaba, como que pensaba que yo era una inútil que no sé ni freir un huevo. Venía a mi casa y se pasaba aqui a lo mejor 15 o 20 días, y durante ese tiempo todo lo reorganizaba todo a su manera, lo que me hacía sentir invadida. Me enfadaba mucho con ella, y eso me generaba mucha tensión. Hablo en pasado porque, aunque mi madre sigue comportándose igual, yo he aprendido a gestionar todo eso de otra manera, y ya son cada vez menos las ocasiones en que me genera tensión y en que acabo discutiendo. Pero de eso ya te hablaré más adelante, cuando te cuente mis avances en la superación del insomnio a través de aprender a gestionar las emociones.
El caso es que volví con las pastillas, pero hacia el mes de noviembre empecé a sentir efectos secundarios que antes no sentía. Concretamente, una sensación de malestar en la cabeza, no exactamente dolor de cabeza, más bien una pesadez, una sensación difícil de describir, que, curiosamente, era mayor o menor según el laboratorio que fabricaba las pastillas. Por ejemplo, con las de Normon el malestar es menor, pero con Kern Farma era elevadísimo. Eso me pasa a mi, y a otras personas seguro que no les pasa, o les pasa al revés, porque la forma en como responde el cuerpo a estas medicaciones es un mundo en cada persona. Lo digo para dejar claro que no tiene nada que ver con el laboratorio en sí, no estoy diciendo que no compres Kern Farma, es solo cuestión de como mi cuerpo responde, y a otras personas no les pasará o les pasara justo al contrario.
El caso es que un día empecé a agobiarme porque veía que tenía que dejar las pastillas, porque me generaban mucho malestar, pero no podía dejarlas, porque sin ellas no dormía. Ese dilema irresoluble me generó tal ansiedad, que una noche no dormí nada, y al día siguiente sufrí un ataque de ansiedad.
A partir de ahí todo fue cuesta abajo. El problema se agravó más y más, atravesé por una etapa en la que me encontraba durante todo el día bajo un elevado grado de ansiedad. Siempre pensando en mi problema, dándole vueltas y más vueltas a la cabeza, sin saber como resolverlo. Buscando continuamente en internet. Anticipando siempre un desenlace fatal: creía que esa ansiedad me iba a obligar en algún momento a coger la baja laboral, que tendría que ingresar en algún sanatorio o algo parecido, y que la falta de sueño me iba a generar gravísimos problemas de salud y problemas cognitivos. Sentía una elevada presión para "curarme" porque si no me curaba iba a sufrir esas gravísimas consecuencias, y esa presión por dormir bien, evidentemente, lo único que hizo fue agravar el problema. Cada noche era un auténtico infierno. Si durante el día me encontraba en un estado de elevada ansiedad, no te quiero ni contar por las noches qué era aquello. En fin, que el problema se adueñó de mi vida, se convirtió en el centro de mi existencia, condicionándolo todo. No sé como fui capaz de rendir en mi trabajo, ni de disimular delante de mi familia, para que no se enterasen y no se preocupasen.
Empecé a ir a un psicólogo, que me ayudó bastante a gestionar la ansiedad. Me hizo ver que cuando entramos en estado de ansiedad elevada, se acumulan los pensamientos negativos. Se produce dentro de tu cabeza una auténtica cascada de pensamientos catastrofistas y negativos. Pero me hizo ver también que no debo hacer caso a esos pensamientos. NO SON CIERTOS.
Fui a una clínica especializada del sueño, pero no me sirvieron de ayuda. Me aplicaron mecánicamente el plan de reducir el tiempo que estás en la cama a solo unas pocas horas, en aquel horario de la noche en el que duermes, para luego ir aumentando progresivamente las horas que pasas en la cama. Seguro que ya has visto algo sobre esa estrategia en internet. Pero a mi no me funcionó porque yo tenía un sueño totalmente desestructurado, no había un horario en el que duermiera de forma habitual. Es decir, lo que a mi me pasaba no era que, por ejemplo, me quedaba dormida a las 3 de la madrugada todos los días y solo dormía de 3 a 7. O que me quedaba dormida al acostarme, pero me despertaba por ejemplo a las 4 y ya no dormía más. Eso le pasa al muchos insomnes, que dentro de su insomnio tienen un patrón más o menos fijo. Yo no tenía patrón. Una noche me quedaba dormida al acostarme y dormía tres horas, otra dormía entre las 3 y las 5, otra dormía entre las 4 y las 6, otra no dormía nada, y otra dormía 8 horas... Y eso a pesar de que tomaba pastillas, lo que pasa es que nunca quería tomar la pastilla entera, y tomaba la mitad, para evitar el malestar que me producía. No tenía ningún patrón y por eso no me funcionó ese remedio de reducir el tiempo en la cama. Y es que lo que yo tenia era un problema de ansiedad muy elevada.
Esta situación de ansiedad empezó a generarme una pequeña depresión. Una amiga y yo planeamos un viaje a Costa Rica para ese verano, pero yo me encontraba tan mal que a punto estuve de anularlo. Menos mal que no lo hice, porque a raíz de ese viaje empecé a mejorar.
¿Que es lo que ocurrió? Pues que durante el viaje mi mente estaba en otras cosas, dejé de pensar constantemente en mi problema, con tantas cosas nuevas y tantas experiencias diferentes cada día, no me acordaba de mi problema. A la vuelta de Costa Rica, mi estado de ansiedad se había reducido drásticamente. Esto demostró lo que yo ya intuía: que el insomnio es un problema inventado. Solo existe porque tú estás convencida de que lo tienes, y le das vueltas y vueltas, agrandándolo.
Durante todo ese tiempo de horror y ansiedad leí muchas cosas sobre cómo funcionan los pensamientos y las emociones, y sobre la meditación y el mindfulnes. Y todo eso me ayudó mucho, y en mi próximo post te explicaré cómo.
Ahora, solo para terminar la historia de mi insomnio, sigo con problemas, pero dada la evolución que he experimentado en la gestión de mis problemas con mi madre, en mi autoconocimiento y en mi superación de ese estado de ansiedad permanente, mi conclusión es que mis problemas para dormir proceden de las propias pastillas. Al principio te ayudan mucho, son imprescindibles, incluso, si te encuentras en un estado de ansiedad como el mío. Pero hay que saber dejarlas a tiempo, porque yo creo que finalmente acaban estropeandote el sueño.
He empezado a ir a otro médico que, esta vez sí, me da muy buenas vibraciones. Me ha puesto una pulsera en la muñeca que he tenido que llevar puesta día y noche durante 15 días, para hacerme un seguimiento de mi actividad y de mi sueño. Porque en cada persona el problema es diferente, y no se puede aplicar automáticamente un tratamiento estandarizado, como hacen en la otra clínica. Hay que analizar las particularidades de cada caso.
Ya te contaré que me dice, tengo cita la próxima semana. Antes de esa cita, intentaré contarte en otra entrada como influye la gestión de los pensamientos y de las emociones sobre el problema del insomnio, y te explicaré qué es lo que yo creo que hay que hacer. Otra cosa es aplicarlo. Pero al menos si sabemos por donde van los tiros ya hemos avanzado mucho, porque yo estuve a ciegas sin tener ni una sola pista de qué hacer durante mucho tiempo, y ese ha sido un tiempo malgastado en el que me he malacostumbrado a las pastillas.